La autocompasión nos ofrece un camino, libre de comparaciones, hacia la calma y la plenitud
En el mar tempestuoso de nuestra vida (la de todos los seres humanos), la autoestima dependiente y contingente (alta, baja, estable o inestable) puede ser una embarcación frágil. Sujeta a las olas de la validación y de la comparación externas, esta condición nos expone a la crítica interna, a la autocrítica, al narcisismo, al ensimasmiento... y la autodestrucción en los momentos más difíciles. Sin embargo, la brújula de la autocompasión nos ofrece una alternativa que nos lleva a una autoestima genuina, propia: la de ser amables y comprensivos con nosotros mismos en la tormenta, abrazando la humanidad compartida.
La autocompasión no busca que neguemos las emociones turbulentas que todos tenemos, sino navegarlas con aceptación y sin juicio. Reconocemos que todos (nuestros padres, nuestros hermanos, nuestros abuelos, nuestros hijos, nuestros amigos, nuestros profesores, nuestros jefes, nuestros líderes...) experimentamos las mismas tormentas: errores, dificultades y emociones negativas. Esta comprensión nos libera del lastre de sentirnos imperfectos, defectuosos, rotos o incompletos. Aceptarnos tal y como somos, con nuestras fortalezas y debilidades, crea un puerto seguro para una vida más plena y significativa, transformando la lucha en aceptación
La autocompasión nos dota de aprendizajes que implementamosupara enfrentar las olas con flexibilidad y compasión. En lugar de combatir las emociones negativas con hiperreflexibilidad, aprendemos a observarlas con atención y gentileza, como un capitán experimentado que observa las olas. Hablamos con nosotros mismos con la misma compasión que ofreceríamos a nuestro mejor amigo en apuros.
Es importante recordar que las experiencias difíciles no nos convierten en náufragos solitarios. Nos conectan con la tribu humana, compartiendo las mismas tormentas. La lucha constante contra nuestros monstruos internos, como marineros contra la tempestad, puede ser más agotadora que beneficiosa. Es válido querer navegar estas aguas turbulentas, pero hacerlo desde la aceptación y la humanidad, en lugar de solo buscar mejorar la autoestima contingente con herramientas que siempre son ineficaces para vivir la vida que deseamos vivir, nos permite encontrar la calma, permitiendo espacio para lo difícil.
¿Por qué es crucial permitir espacio para las olas difíciles? Al dejar de resistir y luchar contra nuestros propios monstruos internos, recuperamos la capacidad de actuar de manera más auténtica. A menudo, cuando intentamos eliminar las emociones negativas solo las magnificamos, como las olas que crecen al luchar contra ellas. Al aceptar su presencia en nuestra mente y vernos nosotros por encima de ellas, nuestras emociones pierden su poder sobre nosotros, permitiéndonos enfocarnos en lo que realmente importa en la travesía de la vida, encontrando nuestra brújula interior.
Al abrazar nuestras experiencias difíciles con autocompasión, descubrimos la conexión entre nuestro dolor y nuestros valores más profundos. En esta intersección, encontramos la fuerza para seguir adelante y vivir de acuerdo con lo que realmente importa en nuestras vidas. La autocompasión, por lo tanto, no solo es un salvavidas en tiempos difíciles, sino también una brújula que ilumina el camino hacia una vida más auténtica y significativa.
Navegar la vida con nuestra autoestima dependiente es un desafío, pero la autocompasión nos ofrece un camino hacia la calma y la plenitud, hacia nuestra autoestima no dependiente. Al aceptar nuestras emociones y experiencias con compasión, encontramos la fuerza para navegar las olas turbulentas y construir una vida más significativa.
Los momentos más relevantes de nuestras vidas rara vez se centran en la fortuna fácil o logros sin esfuerzo. En cambio, los hitos de nuestra vida llevan consigo un gran esfuerzo y mucho significado, son aquellos que forjan nuestro carácter y nos definen como personas: obtener una calificación importante, criar hijos, superar una enfermedad o adquirir una habilidad. Curiosamente, estos hitos, si bien cargados de significado, paradógicamente están cargados de valores personales y también suelen ser fuente de angustia, sufrimiento y autocrítica.
Las experiencias que más valoramos, aquellas que nos hacen crecer y nos conectan con nuestro ser más profundo, a menudo están teñidas de esfuerzo y sacrificio. Incluso las experiencias positivas, como criar hijos o adquirir una habilidad, pueden generar momentos de estrés, duda e inseguridad. La búsqueda de nuestra autenticidad implica aceptar esta paradoja y aprender a navegar las aguas turbulentas de la incomodidad con autocompasión, abrazando a nuestra historia, con nuestros monstruos.
¿Por qué no dejar de luchar contra la incomodidad y permitir que la experiencia fluya sin resistencia? La respuesta no es simple. El miedo a lo desconocido, la resistencia al cambio y la presión social por mantener una imagen ideal, perfecta, con estatus, positiva pueden influir en nuestra decisión de evitar la incomodidad, incluso de procrastinar. Sin embargo, negarla nos priva de la oportunidad de crecer y aprender.
La autocompasión nos permite enfrentar a la incomodidad y a la inseguridad con mayor flexibilidad y resiliencia. En lugar de flagelarnos por nuestras emociones difíciles, podemos aprender a observarlas con atención y sin juicio, aceptándolas como parte natural del camino hacia la búsqueda de nuestra autenticidad.
Nuestra vida tiene sentido si es un viaje con propósito: la búsqueda a través de nuestros valores, aceptando nuestro dolor, hacia nuestra autenticidad. La búsqueda de la autenticidad requiere navegar las olas de nuestra incomodidad cotidiana con autocompasión. Cuando aceptamos la paradoja del valor y el sufrimiento, y al practicar la autoaceptación, podemos descubrir qué es lo que realmente nos importa y vivir una vida plena y significativa.
La autocompasión no es un acto de debilidad, sino una herramienta poderosa que nos permite navegar las aguas turbulentas de la vida con mayor serenidad. Abraza nuestra incomodidad, nuestra inseguridad, nuestra vulnerabilidad y descubre la belleza creativa que se esconde detrás de ellas.
José Javier