Estrategias e intervenciones para solucionar los problemas de un rendimiento ineficiente en el escenario y del deterioro del bienestar.  

Batalla interna. R. experimenta, tanto como violinista como mujer con un proyecto de vida, la desconcertante situación de cómo su cuerpo y su mente responden, en muchas ocasiones, a sus demandas de concentración de manera incontrolable en el escenario. Su  cuerpo y su mente  boicotean su desempeño. No puede rendir como lo hace durante los ensayos o en la cotidianidad de su hogar. 

Se siente desorientada y desilusionada consigo misma porque su cuerpo y y su mente parecen  estar fuera de su control: sus brazos se tensan y su corazón se acelera, sus pensamientos, recuerdos, emociones le hacen desconectar de la partitura. Desde niña se ha expuesto a incontables contextos estresantes y esta habituación no ha servido para inmunizarle frente a la MPA. La frustración le ha embargado en muchos momentos a partir de su adolescencia tras encadenar decepciones por su rendimiento, se ha cuestionado su pasión por la música, preguntándose si vale la pena enfrentarse a estos fracasos. 

 

Estrategias para combatir la ansiedad. R. para solucionar su problema ha probado numerosas estrategias de afrontamiento. En este momento dedica una gran parte de su tiempo a intentar eliminar, o al menos controlar los síntomas de su ansiedad, como condición necesaria para poder rendir en el escenario y tener una vida, como ella denomina, “tranquila, que pueda dormir bien, sin preocuparse, sin miedos”. Lucha para cambiar sus pensamientos, sentimientos, emociones, recuerdos y sensaciones. Intentando controlarlos con estrategias para reducir su frecuencia, intensidad o duración. Últimamente ha practicado mindfulness, la respiración controlada, la visualización de un rendimiento eficiente, los mantras positivos y la exposición progresiva. 

De la lucha interna a la aceptación. Oliver y Bennett (2020) inciden en que es muy habitual en la vida los contextos difíciles y exigentes. Resaltan que la mayoría de nosotros tenemos una historia que incluye mucha adversidad y posiblemente incluso recuerdos traumáticos. Muchos de nuestros actuales estreses son reflejos de esto. Si experimentamos pensamientos sobre no ser lo suficientemente buenos, existe una buena probabilidad de que sean ecos de nuestra historia, resonando en nuestro  presente. Finalizan su argumentación enfocando hacia la aceptación señalando que es tentador ver la presencia de tales pensamientos y juicios como un problema que necesita ser resuelto. Y se cuestionan si realmente es un problema y si realmente necesita ser resuelto. Una visión de aceptación propia es que nuestros pensamientos y sentimientos difíciles no son el enemigo y que su presencia no prueba nada malo acerca de nosotros. Todo lo que demuestra es nuestra falibilidad humana y tal vez que hemos pasado por tiempos difíciles.

Cuando R. describe su “lucha” se enfoca hacia su interior, hacia la eliminación de sus pensamientos que le impiden concentrarse, y hacia el control de su cuerpo, eliminar los temblores, la rigidez muscular, “que echa a perder todo el trabajo realizado”. Sin luchar R., desde la aceptación, podría centrarse en la música, tanto en los elementos formales y técnicos como en la interpretación y el carácter de la pieza, e incluso la priorización entre ambos niveles. Los violinistas que durante la interpretación centran su atención en los aspectos musicales (técnicos y expresivos), su experiencia física y emocional, en lugar de los pensamientos críticos e intentos de control, describen formas de manejar su atención de manera positiva y adaptativa (Chełkowska-Zacharewicz et al., 2024).

Gestión del estrés. En los programas más utilizados de tratamiento de gestión del estrés en el ámbito musical destacan tres enfoques: el Entrenamiento en Inoculación de Estrés (SIT) según Meichenbaum (2008), el Entrenamiento en Gestión del Estrés Cognitivo-Afectivo (SMT) de Crocker et al. (1998) y la Intervención en Gestión del Estrés Cognitivo-Conductual (BCSM) de Perna et al. (1998). Entre los aspectos coincidentes de las tres formas de abordar el estrés incorporan técnicas de control y reestructuración cognitiva y emocional, adquisición de habilidades, relajación, meditación y respiración controlada. Rumbold et al. (2020) consideraron las intervenciones multimodales como las más efectivas. Implican diversas combinaciones de: control de la activación, entrenamiento atencional centrado, control cognitivo, entrenamiento de relajación cognitiva y somática, concentración, terapia de exposición prolongada, energización, establer de metas progresivas, hipnosis, imaginería, meditación, motivación, rutinas previas al rendimiento, pensamiento positivo, autohabla, entrenamiento de inoculación de estrés, construcción de equipo, detención del pensamiento, y ensayo de comportamiento visomotor.

Gestión de la MPA. Estrategias. Durante los últimos treinta y cinco años, numerosos investigadores han estudiado las estrategias individualizadas de afrontamiento, a modo de “medicina” para que los músicos las utilizaran para gestionar su MPA incapacitante. Los estudios varían en metodología (tanto cualitativa como cuantitativa), población (estudiantes de conservatorio y universidad, aficionados y profesionales, clásicos y de jazz) y ubicación. 

Las estrategias varían en términos de salud, desde saludables hasta destructivas (Helding, 2016): el diálogo interno positivo, la meditación, mindfulness, visualización positiva, la distracción, el apoyo social, ejercicios de relajación (relajación muscular y respiración profunda), aumento de la práctica, práctica de simulacro de actuación, comportamientos ritualizados, mantras positivos, oración religiosa o espiritual, acupuntura, hipnosis, sustancias como betabloqueantes, alcohol, drogas ilegales.  

Limitaciones y alternativas de las estrategias tradicionales de afrontamiento. Al observar los datos de prevalencia, un número significativo de músicos emplea estrategias, en gran parte, ineficaces (Burin et al., 2019). Estas estrategias tradicionales presentan algunas limitaciones importantes. En primer lugar, tienden a enfocarse en la reducción de la ansiedad, lo que puede generar resistencia y exacerbar el problema; a mayor afrontamiento, mayor MPA (Steptoe, 2001). El énfasis por su control interno puede llevar a una lucha constante contra el estrés y la ansiedad, en lugar de fomentar una aceptación y gestión flexible. Las estrategias de afrontamiento centradas en el problema, en la interpretación técnica y expresiva, se encuentran correlacionadas positivamente con el rendimiento y las emociones positivas, mientras que las estrategias de afrontamiento orientadas al desapego y centradas en la emoción tienen una asociación negativa con el rendimiento y una asociación positiva con las emociones negativas (Nicholls et al., 2016). 

Los escasos estudios que han investigado estrategias aisladas de un protocolo a través de una lente no patológica encontraron que la flexibilidad del afrontamiento, la valoración positiva del estrés y hábitos de vida adaptativos son clave (Pecen et al., 2018). En términos de la RFT, la flexibilidad psicológica se conceptualiza como el repertorio generalizado de enmarcar la conducta, las respuestas en jerarquía con el yo deíctico, lo que reduce las funciones discriminativas del comportamiento en curso y permite la derivación de reglas que especifican funciones aumentativas apetecibles y comportamientos acordes con ellas (Gil-Luciano et al., 2016).

Por ejemplo, la técnica de exposición informada propuesta por ACT, frente a la exposición tradicional, que promete la reducción de síntomas, sería una estrategia diferente a las tradicionales ya que se centra en fortalecer la flexibilidad psicológica al ayudar a los clientes a permanecer en contacto con el malestar para vivir una vida significativa (Thomson et al., 2023). En este sentido el tratamiento de exposición basado en realidad virtual (TERV)  informado podría contribuir a mejorar la flexibilidad,  proporcionando un impulso importante para que se ayuden a sí mismos y  fortaleciendo y aumentando su sentido de autoeficacia como herramienta terapéutica práctica en la vida cotidiana al transferirla y aplicarla a la exposición in vivo (Bellinger et al., 2023).

Protocolos de intervención ante la MPA. En cuanto a las intervenciones terapéuticas protocolarizadas para el MPA, derivadas de los programas de tratamiento de gestión del estrés y terapias psicológicas, encontramos un panorama amplio en los últimos 50 años desde la primera documentada para el MPA (Wardle, 1969). A pesar de que en la mayoría de las conclusiones de los estudios se constata un cambio estadísticamente significativo, la influencia del MPA sigue sin cambios. Después de décadas, todavía no se sabe realmente cómo ofrecer a los músicos que experimentan MPA una intervención adecuada, con eficiencia en el mantenimiento de sus competencias en el escenario. La mayoría de estas intervenciones generalmente buscan manejar y luchar contra la MPA a través de la mejora de los síntomas. Incluso las intervenciones con realidad virtual apuntan a que esta estrategia disminuye los síntomas,  sin embargo, esto no significa que no sigan sintiéndose ansiosos con miedo al fracaso y  vergüenza por un desempeño insuficiente  (Zyl,  2020).

Tratamientos. Los tratamientos actuales más frecuentes para estudiantes y profesionales con MPA pueden clasificarse en tres categorías generales: (1) tratamientos controlados basados en medicamentos, como los agentes bloqueadores de los beta-adrenorreceptores, también conocidos como "beta-bloqueantes" (Nube, 1991) y benzodiacepinas (James y Savage, 1984), (2) tratamientos basados en psicoterapia, como la Terapia Cognitivo-Conductual (Kenny y Halls, 2018), la Terapia de Aceptación y Compromiso (Juncos et al., 2017) y la Terapia Psicodinámica (Kenny et al., 2014), y (3) tratamientos alternativos que promueven la relajación y una mejor salud física, como la biofeedback (Wells et al., 2012), yoga (Khalsa et al., 2009), meditación (Lin et al., 2008), hipnosis (Brooker, 2018), la Técnica Alexander (Hoberg, 2008),  terapias de expresión artística como la musicoterapia (Montello et al., 1990), la imaginación guiada sola (Esplen y Hodnett, 1999) y la imaginación guiada con relajación muscular progresiva (Finch et al. 2019).

La eficacia de la terapia cognitivo-conductual (TCC) en el tratamiento de la MPA: evidencia emergente y consideraciones metodológicas. Una revisión sistemática reciente de los procedimientos de tratamiento para la MPA (Fernholz et al., 2019) mostró entre los dos tratamientos más estudiados, la TCC y el uso de medicamentos bloqueadores beta-adrenérgicos ("beta-bloqueantes") que La TCC genera mayor evidencia. Los autores advierten precaución en la interpretación de estos hallazgos. Señalan que se necesitan estudios adicionales con controles suficientes para aclarar la eficacia de las intervenciones de TCC en un rendimiento en un contexto de evaluación real. Esta conclusión se alinea con las de revisiones anteriores que muestran hallazgos mixtos para las intervenciones de TCC y resaltan debilidades metodológicas en los estudios, al incluir tamaños de muestra pequeños, entrega no estandarizada de la intervención, falta de grupos de control y discrepancias entre las medidas de resultados elegidas (Matei, 2017). La TCC con exposición redujo efectivamente los síntomas de MPA, pero no promovió mejoras significativas en la calidad del rendimiento musical (Braden et al., 2015). 

La ansiedad escénica de R. se presenta como una respuesta rígida a las demandas de sus audiciones. En contraste con el enfoque tradicional de la TCC, que se centra en la mitigación de síntomas, un enfoque alternativo se dirigiría desde la aceptación hacia la flexibilidad psicológica, mediante un proceso de enseñanza, aprendizaje y desarrollo de competencias para debilitar los pensamientos hiperreflexivos y las emociones disfuncionales. Al aceptar las experiencias internas y externas con apertura, y comprometerse con acciones valiosas a pesar de la incomodidad, R. podría mantenerse enfocada en el aquí y ahora y dedicarse plenamente a la tarea a realizar: la interpretación técnica, expresiva y emocional de la partitura. Este enfoque no considera los síntomas de ansiedad ante el rendimiento como intrínsecamente problemáticos, permitiendo que los aspectos facilitadores de la respuesta al estrés sean aprovechados para alcanzar experiencias de rendimiento óptimo.

Abrazando la experiencia interna. La desmantelación de la lucha desde la aceptación. Según lo descrito por Gardner y Moore (2007), la esencia de las terapias basadas en la aceptación es que "la  lucha por estar sin angustia es el problema, no la presencia de estos pensamientos y sentimientos". Se buscaría desmantelar la lucha interna con sus emociones, sensaciones y pensamientos, y potenciar, gracias a un cambio desde la aceptación y la apertura a la experiencia presente, la flexibilidad psicológica. Las terapias basadas en la aceptación indican que los esfuerzos por eliminar o controlar dichas experiencias generan un sufrimiento prolongado y/o obstaculizan la capacidad de la persona para comprometerse plenamente en experiencias significativas de la vida. 

En las últimas décadas, ha habido un creciente interés en los métodos para mejorar la flexibilidad psicológica. Tanto la terapia de aceptación y compromiso (Hayes et al., 1999) como el entrenamiento en aceptación y compromiso (ACTraining; Moran, 2015) han captado una atención significativa por parte de los analistas de comportamiento aplicados. Estos enfoques representan una estrategia conductual para reducir las influencias problemáticas del control verbal y la respuesta de relación derivada (DRR), al tiempo que se promueven patrones de respuesta más flexibles, incluso ante estímulos y eventos privados aversivos (Ming et al., 2023). El entrenamiento en aceptación y compromiso se distingue de la terapia en que se enfoca específicamente en mejorar el rendimiento y disminuir el estrés en el ámbito laboral (Moran, 2015).

La terapia ACT sostiene que son nuestros intentos de controlar o evitar la ansiedad como respuesta al estrés los que hacen que la ansiedad sea un problema, en lugar de la ansiedad en sí misma (Thomson et al., 2023). En la intervención desde la terapia ACT, se enseña a los clientes a adoptar una postura abierta y no crítica hacia los eventos internos para que los pensamientos, emociones y sensaciones puedan ser vistos como son, en lugar de lo que la mente le dice al cliente que son (por ejemplo, experiencias aversivas para censurar, eliminar o evitar; Hayes, 2012). Al hacerlo, R. podría encontrar que sus recursos vitales (tiempo, energía, concentración) pueden ser dirigidos hacia actividades realmente valoradas por ella y no por los demás. 

Fortaleciendo la flexibilidad psicológica en músicos a través de la Terapia de Aceptación y Compromiso: evidencias y aplicaciones en el contexto del rendimiento musical. En esta línea han surgido, desde el contexto de las terapias contextuales, las propuestas para músicos de la Terapia de Aceptación y Compromiso (Juncos y Markman, 2016; Juncos et al., 2017; Juncos y de Paiva e Pona, 2018; Shaw, 2020; Clarke et al., 2020; Mahoney et al., 2022).  En 2022 David G. Juncos junto con Elvire de Paiva e Pona publicaron “ACT for Musicians A Guide for Using Acceptance and Commitment Training to Enhance Performance, Overcome Performance Anxiety, and Improve Well-Being”. El tratamiento de ACT se comparó con controles de línea base individuales. Los participantes mostraron una mejora significativa en una o más facetas de la flexibilidad psicológica, así como una reducción de los síntomas de MPA en el post-tratamiento y el seguimiento. Los participantes mostraron una mayor  capacidad para distanciarse de los pensamientos ansiosos durante el rendimiento (se volvieron menos reactivos a los síntomas cognitivos de MPA). Demostraron un aumento en la calidad del rendimiento en el post-tratamiento según las calificaciones de jueces independientes y reportaron una mejora subjetiva en la confianza en el rendimiento (Juncos y Markman, 2016; Juncos et al., 2017).  Más recientemente, investigadores australianos evaluaron una intervención grupal de ACT para el MPA en estudiantes de canto (Clarke et al., 2020), encontraron evidencia de la utilidad de las intervenciones grupales de ACT. Shaw et al. (2020) probaron un nuevo modelo para tratar el MPA al capacitar a un miembro del profesorado de canto para utilizar el coaching de aceptación y compromiso (ACC) con un estudiante ansioso por el rendimiento. Los procesos de ACT son entrenables e integrables en los procesos de enseñanza y aprendizaje, fuera del contexto de la terapia y que los profesores de música pueden facilitar el fortalecimiento de la flexibilidad psicológica en los estudiantes de música (Clarke et al., 2020).

La Autocompasión ante experiencias de hiperreflexibilidad y autocrítica. Mosewich et al. (2023) señalan que las críticas autoexigentes y las evaluaciones abrumadoras son demasiado comunes en el campo de la música. Las consecuencias de estas experiencias pueden incluir agotamiento, bajo rendimiento, lesiones y mala salud mental. La autocompasión se ha presentado como un recurso potencial para ayudar a manejar las demandas del ámbito musical, apoyar el rendimiento y fomentar el bienestar. En un dominio como la música, donde se espera un rendimiento excepcional y se valora la resistencia mental, reconocer y abordar la salud mental es fundamental. Si bien el rendimiento es el enfoque principal, no se puede pasar por alto la importancia del bienestar. Es necesario apoyar tanto el bienestar como el rendimiento, y la autocompasión puede ser un enfoque para fomentar ambos objetivos. La autocompasión se integra de forma natural en los protocolos de ACT, al ofrecer un enfoque calmante y comprensivo. Se basa en la evaluación personal (y no de los demás) del propio valor desde la aceptación de errores y éxitos y el cuidado y amabilidad con uno mismo, independientemente de los juicios y críticas percibidos o imaginados. La autocompasión es un enfoque holístico que implica tanto aumentar las respuestas autocompasivas como reducir las respuestas automáticas sin compasión UCS. Las intervenciones como la Terapia Centrada en la Compasión (CFT, por sus siglas en inglés) y la Autocompasión Consciente (MSC, por sus siglas en inglés) apuntan a ambos componentes, demostrando su efectividad en la reducción del sufrimiento (Neff, 2022). El objetivo final de ambas terapias no es otro que conseguir que los pacientes se alejen de formas de estar en el mundo centradas en las amenazas y la  predominancia del sistema de logro y les acerquen a una perspectiva amable, sabia y confiada. La autocompasión "feroz", tal como la define Neff (2021), permite respuestas activas y directas dirigidas hacia el mejor interés personal, busca el desarrollo del potencial individual con sus fortalezas y debilidades. R. puede trabajar para desarrollar respuestas compasivas hacia sí misma, que impliquen tanto una comprensión profunda de su sufrimiento como acciones dirigidas a mejorar su bienestar a largo plazo. Por ejemplo, en lugar de evitar actuar para reducir su ansiedad momentánea, puede practicar la “compasión feroz/firme” consigo misma, enfrentando su miedo y actuando de acuerdo con sus valores y objetivos a largo plazo. Esta perspectiva le permite ver su ansiedad no solo como un obstáculo, sino como una oportunidad para crecimiento y conexión profunda con su pasión por la música.

 La actitud de autoevaluación compasiva implica reconocer los errores y las áreas de mejora con amabilidad y sin juzgarse de manera excesiva. La autoevaluación compasiva promueve el crecimiento personal y la resiliencia emocional al tiempo que protege contra los efectos negativos de la autocrítica despiadada (Gilbert, 2022). Las personas con alta autocompasión experimentan una reducción de la rumiación y la autocrítica, lo que mejora la salud mental positiva (Neff, 2023). Esto se debe a que son capaces de mantener una apertura y ecuanimidad frente a los estresores, modifica así el contexto en el que ocurren estas experiencias negativas. Exhiben menos estrategias de regulación emocional maladaptativas, como la evitación experiencial (Trompetter et al., 2017).

En el campo de los atletas la investigación indica (Baltzell, 2016) que el entrenamiento de mindfulness debe abordar la experiencia emocional de los deportistas, no solo su estado físico. Simplemente aceptar o tolerar emociones negativas es insuficiente para los atletas que sufren de ansiedad por el rendimiento. Las prácticas de autocompasión pueden empoderar a los atletas para manejar sus emociones de manera efectiva en situaciones de alta presión. Sereda et al. (2022) muestran una posible línea de investigación aplicada a la interpretación musical en situaciones evaluativas. Encontraron en el ámbito deportivo que los atletas con alta autocompasión pueden evaluar de manera adaptativa los estresores inesperados. Utilizan perspectivas equilibradas y análisis lógico, y los afrontan de manera eficiente. En contraste, los atletas con menor autocompasión informan de más agotamiento físico y emocional, preocupación por errores, vergüenza, aislamiento interpersonal, malestar psicológico, ansiedad somática, autocrítica, miedo al fracaso, miedo a la evaluación negativa, preocupaciones perfeccionistas mal adaptativas, preocupación, rumiación, pesimismo y afecto negativo. Adicionalmente informan una motivación regulada externamente y un mayor uso de enfoques de afrontamiento centrados en la evitación.

En lo que respecta a las cogniciones, emociones y comportamientos entre los participantes en deportes, la autocompasión parece tener el potencial no solo de atenuar lo negativo, sino también de promover lo positivo. Huysmans y Clement (2017) sugirieron que los atletas con alta autocompasión se enfrentan eficazmente a los estresores en el deporte y en la vida al reducir la magnitud de la respuesta al estrés (menor interrupción de la atención y menor tensión muscular mal adaptativa, lo que disminuye el riesgo de lesiones).