Aproximación crítica a la definición de la MPA imperante. 

Perspectiva patológica. Lenguaje medicalizado en la investigación de la MPA.  La MPA ha sido investigada predominantemente de manera patológica y definida como un constructo negativo y destructivo que se manifiesta en síntomas no deseados. La definición más ampliamente utilizada es la de Kenny (2009) desde un enfoque patologizante en cuanto que indica que la experiencia de aprensión ansiosa marcada y persistente relacionada con el rendimiento musical ha surgido a través de experiencias específicas de condicionamiento de ansiedad y se manifiesta a través de combinaciones de síntomas afectivos, cognitivos, somáticos y conductuales. Indica que afecta a los músicos durante toda su vida y es al menos parcialmente independiente de los años de entrenamiento, práctica y nivel de logro musical. Finalmente afirma que puede o no afectar la calidad del rendimiento musical. No diferencia estrés de ansiedad.

La MPA se investiga en gran medida desde una perspectiva patológica (Pecen et al., 2016) y se describe utilizando un lenguaje medicalizado: “condición” (Moreno-Gutierréz et al., 2023), “síndrome” (Lederman, 1999), “discapacitante” (Lederman, 1999), “enfermedad” (Harper, 2002), y “trastorno” (Mumm et al., 2020), requiriendo “tratamiento” (Spahn, 2015). Las experiencias de angustia psicológica de los músicos se entienden con una mirada interna, como aspectos patológicos de su condición como humanos. El diagnóstico tiene “implicaciones peyorativas para el comportamiento normativo” (Hays, 2009) y posiblemente perpetúa el estigma, la vergüenza y el silencio que aún rodean a la MPA (Patson y Loughlan, 2014). La conceptualización de una posible ansiedad como beneficiosa o intrínseca al rendimiento ha sido opacada por el enfoque médico (Lawrence, 2019).

Relación entre la MPA y el Trastorno de Ansiedad Social (TAS). Aunque la evidencia reciente sugiere que la MPA y el TAS están conceptual y empíricamente no relacionados (Wiedemann et al., 2021), la Clasificación Internacional de Enfermedades define la ansiedad por el desempeño como una fobia específica (CIE-10; Dilling y Freyberger, 2015), y el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM 5; Falkai et al., 2015) la clasifica como un subtipo de TAS exclusivo del desempeño (ambos citados en Mumm et al., 2020). Parece que aunque la MPA y el TAS pueden manifestarse comórbidamente y compartir aspectos similares, son constructos distintos (Bögels et al., 2010).

Limitaciones de los estudios transversales. La afirmación de Kenny (2009) que “afecta a los músicos durante toda su vida”, implica que no hay músicos que han logrado superarla. Es una conclusión  al menos imprecisa, puesto que los estudios son bastante transversales y de duración limitada. En los estudios analizados no hay datos longitudinales mínimos que investiguen la gestión de la MPA a lo largo del tiempo.

Enfoque en el estrés del rendimiento. Diferenciación entre estrés y ansiedad. Algunos investigadores previos a Kenny (2009) tenían el enfoque en el rendimiento en un contexto, en lugar de focalizarlo en la persona como debilidad interna y de por vida. Sternbach (1993) diferenciaba entre estrés y la respuesta. No se refería a la ansiedad, sino más bien al estrés en cuanto a la capacidad del intérprete para hacerle frente. El acto de interpretar es inherentemente estresante y el problema radica en cómo los individuos manejancómo responden a ese estrés para no disminuir en su rendimiento (Spahn 2015).

Brodsky (1996) diferencia también estrés de ansiedad. Relacionó la ansiedad con la naturaleza de una carrera en la música en términos de estrés por el rendimiento y ocupacional, en lugar de incidir en deficiencias de personalidad o psicopatologías subyacentes como la ansiedad generalizada o social. Describe que el trabajo de un músico es extremadamente comparativo, sujeto a valoraciones externas, en muchos casos subjetivas, y laboralmente muy inseguro. Ofreció la etiqueta alternativa que no prosperó: “Síndrome de estrés de los intérpretes de música” (M-PSS). Incluyó especificadores, para reflejar la individualidad de las experiencias de la respuesta al estrés de los intérpretes. 

En esta dirección Osborne y Kirsner (2022) inciden en una definición, más amplia que la caracterización patológica, que incluye la interpretación del MPA por parte de los intérpretes. Dicha interpretación, como positiva o negativa, está mediada por una variedad de factores: experiencias de interpretación, dominio de la tarea, autoeficacia y control percibido sobre los síntomas de ansiedad. Las interpretaciones facilitadoras mejororarían el rendimiento y las debilitantes llevan a una disminución del disfrute de la interpretación y a efectos perjudiciales en la calidad del rendimiento (Yoshie et al., 2009). La interpretación (valoración cognitiva) de la ansiedad por parte de los intérpretes impactaría significativamente en el rendimiento más que su mera presencia (Osborne y Kirsner, 2022).  

MPA como respuesta funcional al estrés. Sternbach (1993) no se refiere patológicamente a los síntomas de la MPA, sino más bien a la capacidad del intérprete para responder al estrés. El acto de interpretar es inherentemente estresante y siempre lo será. El problema radica en cómo los violinistas aceptan e integran ese estrés en la audición, de modo que la mente y el cuerpo funcionen como los días previos (Spahn,  2015). 

La MPA entendida como una respuesta funcional, aunque en ocasiones incapacitante, a un estrés natural de un reto y ante un contexto de vulnerabilidad, de juicio y crítica externos. La respuesta al estrés tiene una función natural adaptativa. Los clientes (y los terapeutas también) a menudo olvidan que la ansiedad es una parte normal e importante de la vida diaria (Sears, 2021). La ansiedad es la respuesta al estrés que indica que puede existir una amenaza y se debe prestar atención. El objetivo no es eliminar la ansiedad, sino entender su función protectora y previsora. Cuando R. tiene una audición muy importante (como un examen de licenciatura), es normal sentirse estresada y es natural que sienta ansiedad ante la amenaza de un desempeño insuficiente . Si no tiene ni estrés ni ansiedad sobre la audición, quizás no se sentirá lo suficientemente motivada para estudiar ni se concentrará en hacerlo bien durante la prueba. Por supuesto, cuando la percepción de amenaza y riesgo es muy alta y R. comienza a luchar contra ella, y tampoco se concentra en la interpretación de la partitura. La ansiedad no es un enemigo, es una función natural del cuerpo humano. Sin embargo, a través del proceso de refuerzo negativo, puede perpetuarse. Si se evita una situación que causa ansiedad, esta disminuye, reforzando el comportamiento de evitación. Ningún ser humano racional quiere estar ansioso, pero esa evitación tiene un costo: no participar plenamente en actividades significativas (Sears, 2021). Elnestrés y la ansiedad ayudan a los violinistas, desde el momento en que planifican una audición, a prepararse con la meta de mantener un alto nivel de rendimiento y obtener un resultado. Es disfuncional si se transforma en una ansiedad incapacitante, que interfiere mental y fisiológicamente con el desempeño musical o afecta negativamente la salud mental del músico. Esta ansiedad es una "batalla constante incluso para los músicos y artistas más talentosos" (Tang y Ryan, 2020). La ansiedad representa un desafío significativo para muchos, si no todos, intérpretes musicales (Spahn et al., 2010).

Marcos contextuales culturales. Casi todos los músicos profesionales informan estrés ocupacional permanente, y muchos lo citan como un contribuyente clave a la MPA (Kenny et al., 2014). La MPA es descrita por intérpretes de todos los niveles de entrenamiento, experiencia y pericia (incluidos artistas celebrados como Chopin, Casals, Rubinstein, Horowitz y Rachmaninoff), lo que podría indicar que puede ser completamente, no de forma parcial, independiente de la experiencia (Kantor-Martynuska et al., 2018). En su investigación de 2016 sobre la salud mental de los músicos, Gross y Musgrave escriben “Hacer música es terapéutico, pero hacer una carrera musical es destructivo... mientras que los artistas encuentran consuelo en la producción de música, las condiciones de trabajo para forjar una carrera musical son traumáticas". La MPA tiene una dimensión cultural. Se manifiesta en marcos contextuales donde se valoran altos estándares de rendimiento, como conservatorios, concursos, recitales y audiciones y está influenciada por el contexto cultural en el que se desenvuelven los músicos de forma individual (Papageorgi et al., 2013).

Respuesta adaptativa al estrés profesional. La MPA puede ser entendida como una respuesta natural al estrés que experimentan los músicos al actuar en un escenario profesional desafiante, en contraste con la comodidad de su sala de ensayo o su hogar (Philippe et al., 2022).  La MPA puede ser considerada una respuesta compartida dentro de la normalidad humana, adaptativa a los estresores de los desafíos asociados con el rendimiento en un campo profesional inestable con muchas disputas, envidias, subjetividades e incertidumbre. Una respuesta operante a las contingencias del entorno musical, como la demanda y la presión para rendir al máximo nivel en un contexto competitivo. Los factores estresantes se asocian en los músicos con un entorno de trabajo/académico altamente exigente, competitivo e inseguro (Vervainioti y Alexopoulos, 2015). 

Reconceptualizar la MPA como una respuesta normal y adaptativa al estrés, y en muchos casos incapacitante, producido por las presiones del rendimiento en determinados marcos, ofrece una nueva perspectiva sobre ella, en términos de su definición, evaluación y manejo, con implicaciones prácticas y teóricas en la prevención, en la infancia y adolescencia, y en la intervención con jóvenes adultos y profesionales (Fernholz et al., 2019). Los músicos pueden responder con conductas de seguridad y técnicas de distracción como el consumo de alcohol o drogas y en conductas compulsivas y ritualizadas como la práctica repetitiva, revisar repetidamente el violín, dar compulsivamente resina al arco, afinar constantemente, cambiar sin necesidad elementos como las cuerdas, la barbillera, el alma (Fernholz et al., 2019; Patson y Loughlan, 2014; Spahn, 2015; Altenmüller y Ioannou, 2016). 

Tipos de respuestas funcionales al estrés. Tossici et al. (2024) describen, sin emplear el constructo “ansiedad “, el eustrés, el distrés y el buen-out como tres tipos de respuestas funcionales al estrés en relación con el rendimiento. El eustrés es la activación del sistema de estrés que se supera sin exceder los límites homeostáticos, el equilibrio. Es una condición positiva que permite al músico superar desafíos sin costo fisiológico o emocional significativo. R. lo experimentó en su infancia y preadolescencia. El estrés le impulsaba a alcanzar su máximo potencial y disfrutaba en el escenario, sin importarle el juicio de los demás. También lo experimenta en la actualidad  hasta las semanas previas a la audición, cuando la ansiedad aflora.

El distress es la activación prolongada del sistema de estrés que conduce a un desequilibrio emocional y psicológico. Los músicos luchan por adaptarse, lo que les genera un costo fisiológico y emocional considerable. R. comienza a experimentar levemente el distress al finalizar su formación con el incremento de audiciones. La disminución de su rendimiento en algunas audiciones de acceso y competiciones comienza a preocuparle. Empieza a convivir con miedos al fracaso asociados a una disminución de su disfrute en el escenario y su bienestar, a pesar de continuar mejorando sus competencias técnicas, expresivas y competitivas. Actualmente, después de una racha de varias audiciones fallidas, R., en ocasiones, duda si realmente le apasiona la música, si han valido la pena sus esfuerzos y sacrificios, sus renuncias en su infancia y adolescencia, sus incontables horas repitiendo los mismos fragmentos para buscar una extrema perfección y los sacrificios y dedicación de su familia. En muchos momentos ha perdido la motivación para salir al escenario, porque se siente incapaz de encontrar un vínculo con el público. A lo largo de los años ha renunciado a presentarse a concursos. Su evaluación cognitiva negativa al no rendir en el escenario conforme a su estándar, en ocasiones le impide definirse como violinista, músico e incluso como persona. Contempla la posibilidad de abandonar su carrera y reinventarse profesionalmente.

Burn-out o quemado es el agotamiento de los recursos adaptativos del cuerpo. El músico es incapaz de tolerar los niveles de estrés de su entorno. R. corre el riesgo de llegar a este punto si no encuentra formas efectivas de gestionar el distrés prolongado. El fracaso repetido para hacer frente a las demandas y el desaliento relacionado con esfuerzos continuos que son ineficaces pueden llevar al agotamiento, lo que resulta en el abandono profesional, baja autovaloración y pérdida de identidad (Silva, 1990).

Desde una óptica contextual, Juncos y de Paiva e Pona (2018) diferencian la MPA y recomiendan evaluarla en cuatro categorías de respuestas: (1) síntomas cognitivos (preocupación, aprensión, atención inflexible en amenazas percibidas); (2) síntomas fisiológicos (por ejemplo, respiración superficial, palpitaciones, temblores, sudoración, tensión muscular); (3) evitación del comportamiento (evitar situaciones de rendimiento, repertorio más desafiante, etc.); y (4) angustia subjetiva y/o deterioro ocupacional (incapacidad para cumplir con las expectativas laborales).

Intervención en el distress desde la autoconciencia: un enfoque centrado en los mecanismos individuales de afrontamiento. Cualquier intervención destinada a abordar el distress debe enfocarse en los modos individuales, de manejo del estrés que las personas emplean para enfrentar los desafíos de la vida (Tossici et al., 2024). Estas estrategias se desarrollan a lo largo del tiempo, a través de evaluaciones (la valoración continua de los factores estresantes y la implementación de respuestas adaptativas para mantener la estabilidad interna del organismo), dando lugar a modelos y estilos consolidados de manejo del estrés. Estos modelos están ligados a patrones psicobiológicos recurrentes y a las estrategias de afrontamiento adoptadas con frecuencia. Dichos patrones, en su mayoría inconscientes, se convierten en parte integral del repertorio conductual, cognitivo y emocional, lo que influye en sus prácticas personales y profesionales. Para ser objeto de intervención, estos mecanismos requieren una atención específica para emerger y generar conciencia. Una intervención centrada en el distress debe promover la autoconciencia, facilitando la percepción de los niveles de distress, la identificación de patrones consolidados de manejo del estrés, las estrategias de afrontamiento relacionadas y la calidad de vida.

La ansiedad a menudo estrecha la autoconciencia de R. para centrarse únicamente en los aspectos aversivos de la experiencia de subir al escenario. Se concentrarse intensamente en su corazón acelerado, las manos sudorosas y pensamientos intrusivos. Estos pensamientos y sensaciones físicas absorben su atención, impidiéndole participar plenamente con otros aspectos de su entorno de actuación, como las caras de apoyo en la audiencia, de un compañero, de sus padres, de su pareja o la oportunidad de transmitir emociones a través de su música. En este estado de ansiedad elevada, R. pierde temporalmente de vista el contexto más amplio y los valores que originalmente le motivaron a seguir la música. Pierde la oportunidad de conectar profundamente con su audiencia y experimentar la satisfacción de compartir su talento. La aversividad de la situación eclipsa su capacidad para interactuar de manera flexible con el momento y reduce el potencial de alegría y satisfacción que podría derivar de su actuación.

Enfrentando el desafío: la respuesta de R. al estrés en la interpretación musical. Las respuestas de R. al estrés las identifica en un gradiente que va desde las sensaciones físicas leves, como "las mariposas en el estómago", hasta respuestas inflexibles. El estímulo desencadenante del estrés en R. es el desafío por cumplir con los requisitos técnicos y expresivos de la partitura en un tiempo determinado.  Desde que lee el condicionado de la audición o concurso, o cuando el agente cultural le propone un concierto, debe tomar la decisión  del repertorio que va a presentar (dentro del propuesto), sabe que necesita llevar a cabo un proceso de autoenseñanza y aprendizaje para dominar la complejidad técnica de cada pieza musical, interpretarla con precisión y fluidez, y transmitir la emoción y la musicalidad de la obra, aportando su propia creatividad. Su deseo es disfrutar y tocar con pasión en el momento de la actuación. R. tiene un gran amor por la música y un profundo deseo de expresarse creativa y emocionalmente a través de ella. Cuando está en el escenario siente que conecta con el público le satisface personalmente y le llena de satisfacción. A R. este estrés le motiva, como dice ella, “le da vida”. Preparar un nuevo repertorio, o pulir el interpretado en otras ocasiones, ante un público, es un reto que ella se ve capaz de superar y llega a disfrutar con ello, superando las dificultades técnicas y expresivas de cada pasaje de cada partitura. Tiene un fuerte sentimiento de responsabilidad y compromiso y un  deseo ser reconocida y respetada, lo  que refleja su manera de ser y estar en el mundo y afronta la audición con confianza en sus capacidades, su fuerza de voluntad y con la certeza de que está preparada para el desafío.

La ansiedad por la percepción de amenazas, de vulnerabilidad, de la decepción, más allá de la partitura. La ansiedad se desencadena por sentirse vulnerable y amenazada por una serie de eventos subjetivos negativos que van más allá de la mera interpretación de la partitura o del desafío de su exposición pública.  Cuando  planifica presentarse a una audición para mejorar su posición laboral, siente, cuando es pública (para su entorno más cercano), la  presión por el resultado de su desempeño en el escenario y por obtener la plaza que desea. Tiene la presión por cumplir con las expectativas de sus seres queridos, y de sus compañeros músicos, fundamentalmente los violinistas de su orquesta y el temor a cometer errores en público y ser censurada e infravalorada por ello. La emoción protagonista es el miedo: a la vulnerabilidad de sentirse corregida con ánimo de censura, a la opinión despectiva de los demás, a sentirse observada y analizada para hacerle daño, a la subjetividad de los jueces, a problemas con su arco y su violín, a la crítica destructiva de sus errores, a lo desconocido, a sí misma, a algo trascendente que puede suceder como no obtener la plaza, y sobretodo a decepcionar a sus seres queridos, a no demostrar su talento y potencial como violinista. Es decir la ansiedad lleva a la anticipación de situaciones negativas o catastrofistas.

Del estrés a la satisfacción: La búsqueda de la excelencia en la práctica. En el estrés, la emoción que predomina es la preocupación que genera un estímulo desencadenante presente: la situación de la audición para la que se va a preparar con la motivación de lograr un buen desempeño. Este buen desempeño se traduce, día a día, en tocar progresivamente, con precisión técnica cada nota de la partitura, expresarse correctamente y atender a la musicalidad del repertorio. La atención al presente en el estudio cotidiano es necesaria para no perder la conciencia en la partitura. R. supera progresivamente los nuevos retos técnicos y aprende de los errores observados en sus grabaciones, que sustentan sus autoevaluaciones. De este modo, se siente segura y satisfecha por el trabajo bien hecho, lo que también hace sentir bien a sus allegados que comparten sus progresos. 

Luces y sombras del futuro: Las antítesis que alimentan la ansiedad. La ansiedad se sitúa en el futuro, como una anticipación de lo que puede ocurrir. R. sin su violín en la mano, sin su partitura en el atril, anticipa diferentes futuros, dependiendo del resultado de la audición, “del día después”. Un futuro positivo, consistente en la obtención de la plaza, satisfacción personal, desarrollo profesional y aprobación social. Un futuro negativo, consistente en no obtener la plaza por un rendimiento pobre, decepción personal y de su entorno, crítica, censura y comparación, “no saber dónde meterse al siguiente día”. 

Impacto en la vida social y personal. La ansiedad “negativa”, previa y posterior a sus desempeños públicos,  suele manifestarse en su vida personal y social con falta de paciencia, su irritabilidad, su aislamiento, su falta de comunicación, su exigencia y juicios a los demás. Evita situaciones sociales, sobretodo con sus allegados y familia, ante los cuales se siente con la obligación de argumentar su bajo rendimiento en la audición. Así que R. manifiesta que prefiere realizar audiciones “sin que nadie se entere”. Tiene dificultad para controlar el temperamento y “a veces lo pagan quienes más me quieren”. Tiene problemas para conciliar e incluso mantener el sueño, despertándose muy cansada y siendo consciente de pesadillas relacionadas con sus miedos. Le cuesta concentrarse, se siente incapacidad de centrarse para enfocarse en tareas, incluso en las que eran rutinarias antes de la audición, y tiene dificultades para enfocarse en nuevos objetivos, nuevos proyectos. 

La persistencia de la ansiedad. Los efectos del estrés por la situación (afinar, tener golpes de arco limpios, un sonido que proyecta con decisión, un tempo intencional, controlado…) producidos antes de salir al escenario remiten cuando termina la audición y el estímulo desaparece: disminuye su nerviosismo, su tensión muscular, su frecuencia cardíaca, se normaliza su respiración y siente alivio y liberación. En cambio, si su desempeño no ha sido eficiente, su ansiedad “negativa” tiende a prolongarse en el tiempo, suele continuar cuando el estrés ya ha desaparecido. Incluye rumiación de pensamientos innecesarios, negativos e irracionales que ha desarrollado alrededor de la idea de fracaso en el resultado, en la evaluación sobre su valía. Su mente le envía un lenguaje dicotómico que resalta su inseguridad y pérdida de confianza por su rendimiento y de las posibilidades futuras de mejorar su posición laboral; la crítica por cada uno de sus errores y decepción por no ser lo suficientemente buena; las consecuencias en la percepción que de ella tienen los demás. Incluso cuando el resultado ha sido eficaz, aunque no eficiente, se culpabiliza por no haber sido perfecta.

El éxito fuente de ansiedad: entre la euforia y la duda. Cuando su interpretación en el escenario ha sido un éxito rotundo, impecable aunque no perfecta para ella (nunca es perfecta; en el mejor de los casos siempre hay “pequeños fallos”), R. sale del escenario con una dualidad emocional: sensación de euforia, pero con tensión y prevención por la incertidumbre sobre la evaluación final por la subjetividad del jurado y rumiando, revisando mentalmente su desempeño. Después de la audición, se siente emocionada con una intensa “ansiedad” que no desaparece, tanto la “positiva” como la “negativa”.

Si su actuación ha cautivado al público y el jurado evalúa con objetividad, la ansiedad “positiva” se manifiesta con una sensación de calor, rubor, aumento del ritmo cardíaco y respiración acelerada. Le invaden pensamientos de alegría, logro, satisfacción y orgullo, con emociones positivas como felicidad, emoción y agradecimiento. Su comportamiento se caracteriza por sonrisas, gestos de alegría, hablar con entusiasmo sobre la audición y compartir su experiencia con otros.

La experiencia positiva refuerza la confianza en sus habilidades y potencial como violinista. La sensación de éxito le motiva a seguir trabajando duro y a perseguir sus sueños musicales. Siente una profunda gratitud por las oportunidades que ha tenido y por el apoyo de las personas que la rodean. La experiencia le conecta aún más con su pasión por la música y la alegría que le brinda tocar el violín. La confianza en sí misma le anima a buscar nuevos retos y desafíos musicales.

Sin embargo, la ansiedad positiva no le deja descansar. Su mente se llena de ideas, planes y sueños para el futuro. Quiere seguir explorando su potencial, desafiarse a sí misma y compartir su talento con el mundo. Anhela alcanzar nuevas metas, tocar en escenarios aún más grandes y conmover a miles de personas con la melodía de su violín.

Incluso abrumada por los aplausos del público, R. se enfrenta a una paradoja: la ansiedad invade su mente a pesar del éxito rotundo de su actuación. Esta experiencia resalta la complejidad del lado humano del violinista, donde el triunfo y la vulnerabilidad se entrelazan. Su mente sigue activa, enviándole un lenguaje dicotómico que resalta su inseguridad y la presión de mantener un alto rendimiento, generando una rumiación constante sobre cómo podría haber sido aún mejor. Se encuentra en una encrucijada emocional. La alegría del éxito se mezcla con una inesperada vulnerabilidad, una ansiedad que revela la fragilidad y la intensidad que conlleva su pasión por la música. A pesar del resultado positivo, puede culparse por no haber sido perfecta y preocuparse por las expectativas futuras, sintiendo una presión añadida para superar su propio éxito. Este tipo de ansiedad la hace reflexionar constantemente sobre los posibles errores mínimos y cómo evitar cualquier fallo en el futuro. Le cuesta aceptar su éxito y apreciar sus logros.